Carlos Puente / Lo que ya está dicho

 

 


Carlos Puente

Nací en Bilbao el 18 de julio de 1944.
Creo recordar que fui un niño feliz y un adolescente tímido. Algunas admiraciones de entonces aún permanecen; de otras me he curado.

No sé porqué decidí estudiar Arquitectura, dado que me interesaba sobre todo por la literatura, por la pintura, por la música… Entre los motivos peregrinos que tal vez me trajeron a Madrid, uno de ellos, sería la bondad que el clima de Castilla podía suponer para mi asma. Lo cierto es que ésta, desapareció.

El azar, si es que existe, cruzó en mi camino a Alejandro de la Sota en el primer curso de Proyectos y fue entonces cuando supe porqué estaba estudiando Arquitectura.
En esos años de carrera, el resto de las cosas importantes me sucedieron fuera de la Escuela.

En 1973 me dijeron que ya era arquitecto. Una presunción excesiva, a mi modo de ver. Trabajé entonces durante siete años en el estudio de don Alejandro. Más tarde supe que eso fue un privilegio. Esos años, me parecieron entonces largos e inspiradores. Ahora creo que fueron cortos y felices. Compartí aquel “arresto domiciliario”, como alguien lo llamó, del maestro, y gracias a ello ignoré sin traumatismos las zozobras estilísticas que en los setenta se estaban produciendo en la calle.

Desde entonces todo ha sucedido con una rapidez que aún me tiene perplejo. No he escrito ningún libro, ni tesis doctoral. En algo menos de treinta años, he construido unas pocas obras; a ojo, diría que pueden contarse con los dedos de las manos. Pasado el tiempo, veo con satisfacción que no tengo que esconder ninguna.

Como en un milagroso palíndromo, vuelven a mí, últimamente, con asidua intensidad, la poesía, la pintura, la música.

Creo que hacer arquitectura es sencillo. No así poder hacerla.