Alvaro Negro / Monteagudo. Tiempo, lugar, paisaje

Álvaro Negro (Lalín, Pontevedra, 1973) se licenció en la Facultade de Belas Artes de Pontevedra, Universidade de Vigo (1996). Posteriormente consiguió la titulación de Master en Bellas Artes (MA Fine Art) en el Central Saint Martins College of Art and Design, University of the Arts, Londres (2003).

Como artista profesional viene desarrollando su carrera desde el año 1997, siendo la pintura el centro de sus primeras investigaciones. Con el tiempo sus intereses fueron decantándose hacia la fotografía y el vídeo, siendo la interrelación con el espacio y la arquitectura el punto de partida de muchas de sus propuestas, aunque también subyacen múltiples referencias que también abarcan a la propia historia de la pintura, a ciertos cineastas tanto clásicos como más experimentales, o incluso a otros artistas contemporáneos. Sus últimos proyectos, como el que desarrolló en Berlín desde el año 2007, son más extensos tanto en su gestación como desarrollo y se han decantado hacia una narrativa más autobiográfica y compleja. Las referencias anteriormente citadas se entrecruzan en su obra con reflexiones sobre la idea de viaje, lo contemplativo, lo temporal, lo bello o lo sublime, etc., pero todo ello supeditado a la fenomenología del propio hecho del mirar (ejercicio en permanente mutación) como modo de búsqueda del acontecimiento.

Ha expuesto individualmente en las galerías: Fúcares (Madrid y Almagro), Carlos Carvalho (Lisboa), Mario Sequeira (Braga), SCQ (Santiago de Compostela), Marisa Marimón (Ourense); y en centros expositivos como la Fundación Laxeiro (Vigo) o el Carpe Diem Arte e Pesquisa (Lisboa).

Entre sus exposiciones colectivas podemos destacar: En Construcción2 (Pedro Barrié de la Maza Foundation , Vigo), Antes de ayer y pasado mañana, o lo que la pintura puede ser hoy (MACUF, A Coruña), Parangolé (Museo Patio Herreriano, Valladolid), Mapas, cosmogonías e puntos de referencia (CGAC, Santiago de Compostela), Videozoom, Puntos suspensivos� Estados sin resolver (Sala 1, Roma; and BizArt Center, Shanghai), El ojo que ves, Colección Circa XX � Pilar Citoler (Fundación Caixa Galicia, Pontevedra y Ferrol) Urbanitas (MARCO, Vigo), Cine y casi cine (Museo Nacional de Arte Reina Sofia, Madrid), The Artist Cinema (Frieze Art Fair, London), Pintura sin gesto (San Juán Hospital, Almagro), Sky Shout. A pintura despois da pintura (Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela), Latitudes II: Pintura/Expansión (Fundación Caixa Galicia, Pontevedra and Lugo).

Su obra está presente en colecciones como la de Pilar Citoler, CGAC (Santiago de Compostela), Nova Caixa Galicia, Purificación García, Comunidad Autónoma de Madrid, MACUF (A Coruña), o MARCO (Vigo).

 

MONTEAGUDO. NATUREZA! ESTÁS SOA? (Sinopsis y conceptos)

 

Monteagudo es un lugar de la parroquia de Codeseda (A Estrada), en pleno rural gallego. Allí me llevaron hace unos años mis buenos amigos y coleccionistas Sofía Santos y José Blanco, grandes apasionados del arte. Querían mostrarme una propiedad que acababan de adquirir, un antiguo pazo en cuyos terrenos circundantes el escultor alemán Ulrich Rückriem había realizado un proyecto escultórico compuesto por cuatro piezas distribuidas en diferentes puntos estratégicos del espacio. La estela , la primera pieza que se divisa, se implanta en el terreno como una puerta al robledal y da entrada a un sendero de tránsito que nos lleva hacia la segunda escultura, la columna , en la salida del arbolado. Ambas tienen ese carácter de señalización que nos remite a la antigua funcionalidad de los menhires en las culturas megalíticas, también situados en los laterales de los caminos. Las otra dos piezas, un cubo y un relieve de suelo, se sitúan en la parte baja del prado, sobre un promontorio que parece una pequeña �plaza� delimitada por los muros de cierre y la vegetación que la circundan. Monteagudo, la película, intenta crear una suerte de mapa del lugar partiendo de las interrelaciones entre las esculturas y su entorno con el objetivo de construir un todo a partir de la suma de instantes en diferentes circunstancias meteorológicas y estacionales. Esto supuso un modus operandi que exigió una construcción del relato en sucesivas visitas a lo largo de más de dos años, lo que hizo que el aspecto temporal fuera impregnando la metodología del proyecto hasta hacerse palpable visualmente en el propio aspecto del granito de las esculturas, desde el color limpio y grisáceo de los primeros planos de 2009 a la suciedad orgánica de la predominancia ocre de los más recientes.

Como Derrida ha argumentado �no hay naturaleza, sólo sus efectos�, y mi paisaje-película ahonda en esta máxima con una concepción de la representación que evidentemente asume su carácter visual, pero que también está imbuida del aspecto performativo de la representación, es decir, del proceso (ritual) que se origina en la interacción con el paisaje. La naturaleza es el agente generador, es la que �se graba� en el sensor de la cámara y produce sus �efectos�. El espacio, ya transformado por la acción constructiva de Rückiem, nos conduce entre su geografía y geometría en una dialéctica que terminó por introducirse en los encuadres, sobre todo en aquellos donde las esculturas aparecen como cortes en el paisaje que introducen lo abstracto en rotunda yuxtaposición al naturalismo, el cual, por sí mismo, tampoco es una categoría neutra. En la sucesión de planos dicho naturalismo oscila, momento-a-momento, en un continuo juego intertextual entre lo cinematográfico y lo fotográfico �documental�, lo pictórico �impresionismo�, lo escultórico y lo arquitectónico. Ahora bien, estas aproximaciones genéricas no provienen del regodeo manierista, de la cita, pues no se parte del género sino que se llega a él a través de la relación performativa que se origina entre el espacio y la generación de su cronotopo. También hubo decisiones programáticas como la del uso del plano fijo, el cual remarca esa aparente contradicción en el hecho de captar �lo estático� con un medio pensado para la imagen en movimiento. El aparente hieratismo de algunos planos agudiza la sublimación del instante en sí mismo, pero también invoca un movimiento oculto �y lo que este implica� en la sucesión de instantes diferentes. Monteagudo no es más que el intento de reconstruir un acontecimiento-paisaje partiendo de la experiencia misma de su aprehensión. El �acontecimiento� es eso que la imagen contiene y que va más allá de sí misma, o como dijo Deleuze, es lo que deber ser comprendido, querido, representado en lo que sucede.

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